POLVO SUDOR Y HIERRO... EL CID CABALGA
Después de evocar el recorrido de nuestro campeador por el duro Camino del Destierro, cabalgando durante duras jornadas de sol a sol, se profundiza en la idiosincrasia y en el
alma de las regiones de nuestra España y se termina aprendiendo a amarla.
Nuestro camino se ha visto jalonado con la belleza de nuestros inmensos campos dorados, del canto del grillo sobre el silencio oscuro y profundo de nuestras noches, de la silueta de
nuestros monasterios y castillos, plateada por la luna llena que nos sirvió de guía en más de una ocasión.. ¿Le serviría también a Mío Cid de guía en su Destierro, bajo el único refugio de su
conciencia..de su fe ?
Todo se nos queda pequeño, comparado con el carácter de nuestras gentes. Que saben convertir en entrañable lo inhóspito. Que trocan los rigores extremos de nuestro clima por el calor
mágico de su hospitalidad. Que aliviaron la penuria de un camino, tan incierto..como cualquier otro camino en la vida..,adornando con ternura, nuestra sobriedad castellana.
La Asociación Burgalesa Amigos del Caballo (ABAC) agradece a todas las personas, autoridades e instituciones que han hecho posible llevar a cabo esta empresa, desde moradores y autoridades de
Vivar del Cid, hasta la Excma. Diputación Provincial de Burgos encabezada por su Presidente, sin cuyo apoyo no hubiésemos podido cabalgar por el camino del destierro. Gracias al Consorcio del
Camino del Cid, por su labor en la preparación de la infraestructura del Camino. Gracias sinceras a la Policía Municipal de Burgos, que nos llevó “de la mano” hasta la iglesia de Santa Águeda,
donde en sencilla y breve ceremonia tuvimos el honor de ofrendar un ramo de flores, como acto inicial de nuestra partida, para seguir río Arlanzón arriba hasta el Monasterio de San Pedro de
Cardeña, donde los monjes, tras sencillo y gratificante agasajo, nos impartieron su bendición. Gracias. Gracias a las gentes y autoridades de Cubillo del Campo, por aquel aperitivo, gracias a
aquella vecina de Mecerreyes por aquel vaso de agua en plena fiesta local, bajo aquel Sol....Gracias al guía de Covarrubias… También pasamos por Silos..por Quintanarraya hasta Hinojar del Rey,
final feliz del camino por tierras burgalesas, acompañados por jinetes llegados de El Poyo del Cid, (Teruel), donde también se recuerda y admira la figura del Campeador, porque allí se detuvo a
descansar..y a llorar.
Nos adentramos en la provincia hermana de Soria, donde tuvimos ocasión de palpar la cordialidad de sus gentes en Alcubilla de Avellaneda, Matanzas, Navapalos, Burgo de Osma,.., Caracena con su
castillo, impresionante por su buen estado de conservación y las enormes barrancadas que le rodean.
Recorrimos Jadraque, Castejón de Henares, hitos del camino del destierro del Cid, ya en la provincia de Guadalajara, Mandayona, Sigüenza, donde se nos sumaron gentes de a caballo, Alcolea del
Pinar, Ciruelos, Maranchón, Ablanque, Molina de Aragón, Castilnuevo, Salinas de Armallá..
Atrás iban quedando sensaciones intensas de esta pequeña legión de aventureros de a caballo, tras los pasos del Campeador. Cabalgamos durante horas perdidos entre los fantasmas de piedra morena
de Megina, Checa, y Chequilla, para llegar a las barrancadas de Orea, donde pudimos comprobar que se nos esperaba con afecto y cierta preocupación. Orihuela del Tremedal. Humedales
impresionantes en el descenso hacia Noguera de Albarracín. Tras dejar Tramacastilla y Torres, llegamos hasta Albarracín, después de haber sorteado riscos, pinares, soledades .. fríos. La Sierra
de Albarracín. Con su historia cargada de batallas y refriega. Con sus murallas y crestas en competencia por alcanzar las alturas del color ocre de aquel atardecer, al son de la jota valiente y
noble del maño de estas tierras. Con su belleza infinita y silenciosa..solo rota por la berrea lejana del venado.
Hacia el Norte, otro de los hitos del destierro: Cella. Caudé, donde tomamos la Vía Verde. Restos del ferrocarril minero de antaño. Para la siderurgia de Sagunto. Caminando hacia el Este,
llegamos a la Puebla de Valverde, lugar sacrosanto del buen descanso. Deliciosa acogida, en “La Fondica” entre sombras de acacia. Al “ladico” del camino. El enebro nos acompañó
indiferente durante el recorrido hasta la Venta del Aire. Olor a boj. Naturaleza en estado puro. A través de viaductos impresionantes y de túneles angostos, sorteamos quebradas y lomas, que nos
internaron en el reino de Valencia: Caudiel (Castellón). Calor sofocante. Llanuras interminables con ejércitos inmensos de almendros en perfecta formación. Soneja. Brisa marina que alivia
las caras curtidas. Torres-Torres. Zona de naranjos. Final de la Vía Verde. La silueta impresionante y dominadora del castillo de Sagunto, preside desde lo alto nuestra llegada. Inevitable la
reflexión: Cómo y qué sentiría Mío Cid a su vera, a tantas jornadas de su Castilla querida, ante la incomprensión, la cizaña.. la traición ?
Sagunto. Fin de la ruta. Las patas de los corceles quiebran las aguas serenas del “mare nostrum”, mientras la Luna se mira incansable en sus espejos infinitos. Brisa suave. Misión cumplida. Gran
satisfacción.
Gracias, gentes de Castilla, de Aragón, de Valencia. Nos dísteis cobijo más que digno. Calor humano. Consejo. Amistad. Confianza. Cuando aún se encuentran en este mundo estos
valores eternos, dormir a la intemperie es..humor. El frío no se siente. La fatiga es..nada. Nuestras retinas se llenaron con vuestros paisajes. Cierto. Pero el tesoro del que fuimos
portadores, es vuestro trato de hermanos. Gracias, Santiago de Caracena. Gracias Germán y Carmen de Siguënza. Gracias Santiago y Paco de El Poyo del Cid. Gracias gentes del alto Tajo, Joaquín de
Orea, gracias alcaldes de Noguera, y de Tramacastilla, guías improvisados en el camino. Gracias Paco de Albarracín, Mapi de Caudé, Ana de “La Fondica”, Natalia de Albentosa, Inma de Caudiel, Juan
y Alberto de Soneja, Vicente de Petrés. Discúlpanos, hermano, si no te citamos. ¡ Fuisteis tantos ! Gracias a todos. Ante vuestro sentido de la hospitalidad, un contrato es..nada.
Jamás podremos olvidaros.
Ninguna de estas vivencias hubiera sido posible, sin la aportación imprescindible de nuestro querido animal: el caballo. Sirvan estas líneas y el cariño recibido y demostrado durante toda la Ruta
del Destierro, también como reconocimiento a esa criatura de Dios, bella y noble, compañera leal y sacrificada del ser humano durante siglos. Fiel a nuestras exigencias hasta su muerte. En la
leyenda y en la realidad. En el arte y en el deporte. En la paz y en la guerra. En el trabajo y en el ocio. En la fatiga y en la distancia.
Gracias noble amigo.
Tu fidelidad, nos ha permitido, apreciar día a día, sobre tu lento caminar, algo que no se ve. Que no se toca. Algo, que solo se puede sentir: Un tesoro no buscado, pero sí encontrado por esta
vez. Un tesoro bello por sí mismo, y más bello aún, porque brotó natural y espontáneo del corazón de nuestras gentes. El mismo tesoro que no encontró y por el que, tal vez sin saberlo
luchó, nuestro Cid Campeador: La fraternidad entre los españoles.
ABAC